Edelgard & Linhardt C

Linhardt
Ah, felicidades, aquí lo tienes. ¿Y querías dejarle algún recado?

Edelgard
¿Crees que vengo a otra cosa que a recriminarte tu indolencia?

Linhardt
Quizá estarías más interesada en escuchar mis últimas teorías sobre las propiedades de los emblemas.

Linhardt
Sospecho que su origen dista mucho de parecerse al que le atribuyen las enseñanzas de la Iglesia.

Edelgard
Espera, espera... ¿Puedo confiar en obtener algún beneficio de la charla a la que me vas a someter?

Linhardt
Por supuesto.

Edelgard
¿Y cuál sería?

Linhardt
Pues divertirte un rato.

Edelgard
¿Eso es todo?

Linhardt
¿Qué más quieres? Aprender acerca de los emblemas es la propia recompensa.

Edelgard
¿Sabes? Si alguna vez decidieras aplicarte, podrías llegar a ser un estudioso de renombre.

Edelgard
Tus descubrimientos podrían ser de gran utilidad, podrías contribuir al desarrollo de la teoría mágica...

Linhardt
¿Y por qué me iba a dedicar yo a algo tan tedioso?

Linhardt
Si investigo es porque quiero. No me interesa lo que haga el resto del mundo.

Edelgard
No hay nada malo en una motivación narcisista, siempre y cuando tus descubrimientos sirvan a una causa justa.

Linhardt
Por supuesto que sí...

Edelgard
Explícamelo entonces: ¿qué utilidad tendrá?

Linhardt
Mira, si hay gente capaz de gastarse fortunas en «obras de arte» que podría haber firmado un simio...

Linhardt
seguro que mis investigaciones vanas sirven aunque sea como canciones de cuna para dormir a los bebés.

Edelgard
¿Como canciones de cuna?

Edelgard
Bah, tengo cosas que hacer. Quiero que sepas que esta ha sido tu última advertencia.

Linhardt
Claro, lo que tú digas. ¡Adiós!