Edelgard von Hresvelg

Apoyo C

Hubert: Yo solo como para llenar el estómago, pero diría que para vos es totalmente distinto, lady Edelgard.

Edelgard: Exacto. Compartir mesa con los allegados es una agradable ocasión que debemos apreciar.

Apoyo B

Hubert: Debo decir que la imagen de nosotros tres cenando juntos es curiosa...

Edelgard: Deja que adivine, ¿a que parece que estamos tramando algo malvado? Eso es por tu culpa, sobre todo.

Apoyo C

Ferdinand: Ya sé por qué nos has sentado juntos. Quieres saber quién come más rápido.

Edelgard: Ferdinand, deja de convertir todo lo relacionado conmigo en una competición.

Apoyo B

Edelgard: Ferdinand, espero que no dudes en hablar conmigo con total franqueza.

Ferdinand: ¡Ja! No necesito tu permiso para expresar mi opinión.

Apoyo A

Edelgard: Ferdinand, deja tus opiniones sobre mi persona para otra ocasión y disfrutemos de la comida.

Ferdinand: ¡No lo entiendes! Es mi deber como noble explicarte por qué te equivocas.

Apoyo C

Edelgard: ¿Echas de menos la comida de tu país, Petra? Quisiera poder conseguirte algo en este lugar...

Petra: Tú eres muy amable, pero no importa. A mí gusta la comida de Fódlan.

Apoyo B

Petra: La comida de palacio es exquisita, pero el rancho del ejército es soso. ¿A ti no cuesta acostumbrarte?

Edelgard: No está tan mal. Si te digo la verdad, he tenido que comer cosas peores.

Apoyo C

Constance: ¡Oh, hay una mancha en el plato de su alteza! Mmm... Mi emplatado tampoco ha quedado muy bien.

Edelgard: Aprecio tu desvelo, pero no hace falta fijarse en eso. En la cantina se pueden relajar las formas, ¿no crees?

Apoyo B

Edelgard: Han pasado cinco años y todavía me maravillo de ver cómo gentes de procedencias tan diversas pueden comer en paz. ¿No te parece milagroso?

Constance: Cierto. Está bien que su majestad no tenga reparos en codearse con el populacho.