Linhardt von Hevring
Heredero de la Casa Hevring
Endings
Linhardt (Solo)
Linhardt renunció a su título nobiliario y abandonó sus tierras para establecerse en el monasterio de Garreg Mach, donde se consagró al estudio de los emblemas, a la pesca y a la vida contemplativa. A su muerte dejó una obra inmensa con sensacionales avances en emblemología que jamás quiso publicar en vida.
Byleth & Linhardt
Tras ascender al trono como primer monarca del Reino de Fódlan, Byleth anunció su enlace con Linhardt, quien, como consorte del nuevo rey, puso todo su empeño en recuperar la grandeza de Fódlan... o así habría sido si no hubiese dedicado casi todo su tiempo a investigar los emblemas, pescar y llevar una vida libre de preocupaciones. Sin embargo, cuando el nuevo rey descubrió un tratado con sensacionales avances en emblemología que Linhardt tenía oculto en su escritorio, este se vio obligado a poner su talento al servicio del joven reino, a cambio de lo cual se le permitió echar prolongadas siestas con Byleth.
Byleth & Linhardt
Tras su nombramiento como nuevo Arzobispo de la Iglesia de Seiros, Byleth anunció su enlace con Linhardt, quien renunció a su herencia y puso todo su empeño en recuperar la grandeza de Fódlan... o así habría sido si no hubiese dedicado casi todo su tiempo a investigar los emblemas, pescar y llevar una vida libre de preocupaciones. Sin embargo, cuando el Arzobispo descubrió un tratado con sensacionales avances en emblemología que Linhardt tenía oculto en su escritorio, este se vio obligado a poner su talento al servicio del clero, a cambio de lo cual se le permitió echar prolongadas siestas con Byleth.
Byleth & Linhardt
Linhardt celebró con Byleth el fin de la guerra que había arrasado Fódlan, pero la contienda contra las Serpientes de las Tinieblas no les dejó tiempo para sestear. Muy al contrario, obligó a Linhardt a abandonar las tierras de su familia y tomar las armas para traer la paz a Fódlan. La guerra fue cruenta, pero se consolaba pensando en que, cuando tocase a su fin, él y Byleth tendrían tiempo para relajarse y dedicarse a lo que más les gustaba, lejos del mundanal ruido.
Edelgard & Linhardt
Como soberana del nuevo Imperio de Adrestia, Edelgard insufló bríos al gobierno de Fódlan. Gracias a su sacrificio y a su incansable afán, fue posible sustituir el anquilosado sistema de clases por uno basado en la meritocracia. Sin embargo, muchos aún recuerdan que Edelgard desapareció de la vida pública por un tiempo durante su etapa al frente del Imperio. Se dice que pasó una larga temporada en el instituto de emblemología dirigido por Linhardt, poniéndose al tanto de sus avances y disfrutando de un descanso, algo a lo que no estaba acostumbrada. La aventura duró poco, pero ambos recordarían los días que pasaron juntos el resto de sus vidas.
Linhardt & Annette
La Academia de Oficiales volvió a abrir una vez concluida la guerra, con Annette y Linhardt —que había renunciado a su título de conde— como parte del profesorado. En su labor como docente, Annette se mostraba seria y meticulosa. En cambio, a Linhardt seguía absorbiéndolo la investigación emblemológica día y noche; tanto que era capaz de quedarse dormido varias veces en mitad de una de sus lecciones. Su esposa trató por todos los medios de corregir su propensión a las siestas, pero con el tiempo se aficionó a despertarlo de formas cada vez más creativas. Linhardt, por su parte, también se acostumbró al dinamismo de Annette e incluso llegó a apreciarlo.
Linhardt & Caspar
Tras la guerra Linhardt y Caspar abandonaron sus obligaciones como nobles para embarcarse juntos en un largo viaje. Visitaron muchos lugares de Fódlan y hasta se aventuraron más allá del continente. Caspar solía meterse en asuntos ajenos, lo que le llevaba a causar incidentes por aquí y por allá, de modo que Linhardt se veía obligado a intervenir para arreglar los entuertos. Sus aventuras, desventuras y continuas siestas se narran con fino humor en la famosa novela «Mil sendas y siete mares», de autoría desconocida. Tampoco se sabe a ciencia cierta dónde acabaron tras sus interminables andanzas.
Linhardt & Bernadetta
Linhardt y Bernadetta causaron un gran revuelo cuando renunciaron a sus títulos y huyeron para casarse en Garreg Mach. En el monasterio la pareja podía sentirse en paz y olvidar la actualidad política. La Academia de Oficiales volvió a abrir sus puertas cuando el Imperio restauró el poder de la Iglesia y la pareja aceptó entrar a formar parte de su profesorado. A Linhardt era frecuente verlo dormirse en mitad de sus lecciones, mientras que a Bernadetta lo frecuente era no verla, sin más, excepto en el aula.
Linhardt & Bernadetta
Linhardt y Bernadetta causaron un gran revuelo cuando renunciaron a sus títulos y huyeron para casarse en Garreg Mach. En el monasterio la pareja podía sentirse en paz y olvidar la actualidad política. La Academia de Oficiales volvió a abrir sus puertas cuando se restauró el poder de la Iglesia y la pareja aceptó entrar a formar parte de su profesorado. A Linhardt era frecuente verlo dormirse en mitad de sus lecciones, mientras que a Bernadetta lo frecuente era no verla, sin más, excepto en el aula.
Linhardt & Dorothea
A la conclusión de la guerra, Linhardt decidió heredar el título de conde de Hevring. Aprendió a administrar sus tierras, algo que jamás había suscitado su interés, y años después se casó con Dorothea. Mientras se las arreglaba de algún modo para cumplir con sus deberes como mandatario, no dejó de lado sus investigaciones, cuyos resultados prácticos eran en ocasiones poco claros, pero que Dorothea se encargaba de transformar y dotar de utilidad pública. Cuando se les acusaba de ser unos dirigentes atípicos en la historia de Fódlan, ambos se reían y argüían con retranca que «quien mira al pasado se pierde el presente y no ve venir el futuro», su refrán favorito.
Linhardt & Petra
Petra regresó a las islas de Brigid, su patria, donde heredó el trono de su abuelo. Sustituyó el vasallaje que su pueblo rendía a Fódlan por una alianza en pie de igualdad, al tiempo que se inspiró en el continente como modelo para modernizar el comercio en el archipiélago, y mejoró las relaciones internacionales. Todos estos progresos suscitaron el asombro de propios y extraños, pero en buena medida se debían a una sencilla razón: Petra se había casado con Linhardt, que puso sus vastos conocimientos al servicio del progreso de Brigid. La pareja siempre se llevó a las mil maravillas; formaron una gran familia y vivieron felices hasta el fin de sus días.
Linhardt & Lysithea
Linhardt continuó dedicándose a la investigación con la esperanza de encontrar la forma de librar a los portadores de sus emblemas para así salvar a Lysithea, pero seguía sin encontrar cura acabada ya la guerra. Su amada decidió entonces abandonar Garreg Mach y volver con sus padres, agradeciendo todos los desvelos de Linhardt y convencida de que la despedida era definitiva. Pero él no se rindió: arregló sus asuntos pendientes, renunció a su título y se trasladó a la Casa Ordelia para proseguir allí sus estudios, que darían fruto varios años después. Libre al fin de la carga de los emblemas, Lysithea también renunció a su título, se casó con Linhardt y ambos fueron muy felices.
Linhardt & Marianne
Marianne, que regresó a su hogar, demostró a su padre adoptivo su valía y recibió formación para gobernar las tierras de la familia. Linhardt renunció a su título y se trasladó también a la Casa Edmund. Al marqués le agradó su peculiar carácter y dio el visto bueno a su enlace con Marianne, además de prometerle financiación para sus investigaciones. Años después, Marianne heredó el título de marquesa e inició una reforma profunda en la región. Se cuenta que le encontró utilidad a cada uno de los experimentos de Linhardt, aprovechándolos para mejorar las condiciones de vida de las gentes.
Linhardt & Flayn
Flayn se marchó de Garreg Mach justo al acabar la guerra. Al mismo tiempo, Linhardt renunció de improviso al título de conde de Hevring y también desapareció. Quienes los conocían sospechaban que habían huido para casarse, pero nadie sabía adónde habían ido. Algo más de una década después de que la Academia de Oficiales hubiera retomado su actividad, comenzó a matricularse cada año un joven estudiante que portaba el emblema mayor de Cethleann. Se dice que solo se pudo verificar que estos misteriosos alumnos eran hermanos por su tendencia a echarse siestas durante las clases, detalle que despertó un gran interés en la comunidad emblemológica.
Linhardt & Catherine
Cuando Rhea abandonó su puesto como Arzobispa para vivir en reclusión, Catherine dejó los Caballeros de Seiros y la acompañó al Cañón Rojo. Allí las siguió el flamante marido de Catherine, Linhardt, quien prosiguió sus investigaciones sobre los emblemas. Espoleado por el apoyo de su esposa y libre de toda distracción, Linhardt no cesó de lograr avances a un ritmo pasmoso. Los resultados de su trabajo abrieron una nueva era en la emblemología, pero, para mantener su intimidad, siempre publicó sus artículos de manera anónima.
Linhardt & Catherine
Catherine abandonó su puesto en los Caballeros de Seiros y se embarcó en un viaje por Fódlan. Con su fiel Filo del Trueno, nunca dejó de defender a los inocentes y castigar a los malvados a su paso. En su periplo la acompañó Linhardt, quien había renunciado a su título para seguirla. Se dice que Catherine era prácticamente imparable y que Linhardt solo se vio obligado a intervenir en muy contadas ocasiones en las que su gran conocimiento sobre emblemas podía sacarles de un apuro. Sus aventuras fueron cantadas por el pueblo durante generaciones, pero no se sabe con certeza si realmente surgió el romance entre los dos.
Linhardt (Solo)
Escapó del Imperio tras la batalla de Garreg Mach y no se volvió a saber de él. No pudo cumplir su promesa de acudir al rencuentro.
Linhardt (Solo)
Cayó en: <Batallas>. <Mes> del año <Año>.
Hapi & Linhardt
Tras la guerra, Linhardt renunció a su título y se casó con Hapi. Juntos buscaron refugio en el poblado oculto del que provenía ella, vinculado a san Timotheos. La sorpresa de sus habitantes se tornó en alegría al ver que se trataba de Hapi. Una vez instalados, Linhardt se entregó en cuerpo y alma a desentrañar el misterio del poder de su esposa, estudiando todo tipo de documentos, algunos escritos por el propio san Timotheos. No cejó en su empeño y pronto obtuvo los frutos esperados. Libre al fin de su maldición, Hapi vivió feliz el resto de sus días junto a su marido.
Linhardt & Catherine
Catherine abandonó su puesto en los Caballeros de Seiros y se embarcó en un viaje por Fódlan. Con su fiel Filo del Trueno, nunca dejó de defender a los inocentes y castigar a los malvados a su paso. En su periplo la acompañó Linhardt, quien había renunciado a su título para seguirla. Se dice que Catherine era prácticamente imparable y que Linhardt solo se vio obligado a intervenir en muy contadas ocasiones en las que su gran conocimiento sobre emblemas podía sacarles de un apuro. Sus aventuras fueron cantadas por el pueblo durante generaciones, pero no se sabe con certeza si realmente surgió el romance entre los dos.