Byleth & Edelgard Torre de la Diosa

Edelgard
Por fin te encuentro. ¿Esperabas a alguien?

Edelgard
Nada en especial. De hecho, ese es precisamente el motivo de que haya venido a verte.

Edelgard
Este lugar, la Torre de la Diosa, era muy especial para mis padres.

Edelgard
Mi padre también fue alumno de la Academia de Oficiales. Pocos años después de graduarse, se proclamó emperador.

Edelgard
Un día, de visita al monasterio, se coló en la Torre de la Diosa en un ataque de nostalgia.

Edelgard
Allí se topó con mi madre, que por entonces llevaba pocos meses en la Academia.

Edelgard
Fue un flechazo en toda regla. Y el primer amor para ambos, según contaban ellos mismos.

Edelgard
En efecto. Aunque, como es evidente, mi padre ya estaba casado por entonces: un matrimonio meramente político.

Edelgard
Y, dado que el Imperio exigía muchos herederos, también tenía numerosas concubinas.

Edelgard
Al final, mi madre acabó convirtiéndose en una de esas concubinas... pero yo prefiero pensar que su amor perduró siempre.

Edelgard
Te parecerá una historieta de lo más tonta...

Edelgard
De todos modos... yo apenas sé nada de ti. ¿Por qué no me revelas alguno de tus secretos?

Edelgard
No sé, quizá una anécdota interesante del pasado... O, mejor aún, háblame de tu primer escarceo amoroso.

Edelgard
No te preocupes; no pretendo fisgar en tus asuntos. Soy yo la que debe disculparse.

Edelgard
Pero reconozco que me intriga tu misterioso pasado.

Edelgard
Dicen que siempre has sido un/una mercenario/a, pero dudo que la verdad sea tan simple.

Edelgard
En fin, dejemos el tema para otro momento y regresemos a la fiesta.

Edelgard
Seguro que hay cantidad de estudiantes peleándose por bailar contigo.

Edelgard
No quisiera monopolizarte ni privarte de tanta diversión, por descontado...