Ferdinand & Manuela C / houses.fedatamine.com

«Oh, bella entre las bellas... Acaricias mi mirada con tus largas pestañas... y con ojos del color de las dulces castañas.»

¿De las castañas?... ¡Con lo vulgares que son! ¡Y lo que cuesta pelarlas!

¡Tienes razón! A ver qué te parece esto...

«Oh, bella entre las bellas... Tus cabellos son tan hermosos que dejan huella.»

Que dejan huella, ¿eh? Como un perro. Menudo panorama...

¡No! En realidad quería decir que son...

Déjalo, Ferdinand. Está claro que hoy no es tu día.

No estás centrado. A tus poesías les falta... lirismo. Será mejor que te tomes un descanso.

¡Nada de parar ahora! ¡Esta es una oportunidad de oro!

¿Perdón?

Por fin estamos a solas. Tú y yo.

Esto... sí. Lo estamos, ¿y qué?

Verás... Manuela, hace mucho que te admiro.

¿En serio?

Te vi actuar muchas veces cuando formabas parte de la compañía operística.

Entiendo, ¿y qué te pareció?

La forma en que te movías por el escenario, tu voz angelical... ¡Cómo me embelesabas!

Por eso no me salen las palabras. Me pongo nervioso tan solo de hablar contigo a solas después de haberte admirado tanto tiempo.

No te sientas intimidado, Ferdinand. Esa cantante hace mucho que se fue.

Yo también me pongo nerviosa, que lo sepas. Quisiera que te sintieras a gusto a mi lado. ¿Entendido?

Sí... Prometo intentarlo.

Eres una caja de sorpresas, ¿sabes?

Había dado por sentado que te interesaba más la lucha que la lírica.

¿Vendrás a verme alguna vez? Quisiera que me hablaras más de cómo te quedabas embobado con mi canto.